El mes de mayo llega a su fin, pero el amor a Marรญa nunca se va. Durante treinta y un dรญas, muchos corazones han florecido en oraciรณn, en ofrendas sencillas, en letanรญas rezadas en familia, en altares llenos de flores y velas encendidas por la fe. Pero ahora que concluye este tiempo especial dedicado a la Virgen, surge una pregunta sincera: ยฟy ahora quรฉ?
La respuesta no estรก en decir adiรณs, sino en comprender que mayo no fue una meta, sino una puerta. Honramos a Marรญa intensamente este mes, pero ella no nos abandona cuando el calendario cambia. Su presencia maternal nos acompaรฑa siempre, como lo hizo en Canรก, como al pie de la cruz, como en Pentecostรฉs.
El fin del mes mariano no es una despedida espiritual, es una invitaciรณn a hacer de cada dรญa una nueva oportunidad para caminar con Marรญa. No hay necesidad de grandes gestos: basta con una oraciรณn al despertar, un Avemarรญa en el silencio del trabajo, o una mirada agradecida a una imagen suya en casa. Marรญa actรบa en lo cotidiano, en lo sencillo, en el amor silencioso que transforma.
Asรญ como la primavera no se va cuando caen las รบltimas flores, la devociรณn a la Virgen no desaparece con el fin de mayo. Al contrario, es ahora cuando empieza a dar fruto. Es en junio, en julio, y cada mes siguiente, cuando podemos vivir lo que en mayo sembramos: confianza, entrega, humildad y fe.
Que este รบltimo dรญa del mes mariano no sea una despedida, sino una renovaciรณn del compromiso de llevar a Marรญa en el corazรณn, como guรญa, madre y protectora. Porque quien se confรญa a Marรญa, no camina solo.
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